Friday, July 26, 2013

Mente escopeta, corazon cañon


Similitudes en el heaven al par la canción jazz. La mente piensa en múltiple instantes, no es posible coordinar una acción. No hay consecuencias porque estoy viviendo una. Cerraría los ojos para refugiarme en la oscuridad pero tengo ganas de sentirme vivo, me mantengo alerto hasta la madrugada aunque nada suceda a mi alrededor. Un suspiro más, siento calor, presiento catacumbas, miro adelante y vuelvo a encontrarme con los trozos de carne caminando con ojos perdidos. Supongo que como yo se rehúsan a irse a dormir. Un chico se acerca a las mesas del café a vender rosas, se detiene en cada una de las mesas menos en la mía. Al final como siempre nadie tiene interés en obsequiar flores. Me indigna ser desconsiderado pero a la me da gusto. Las ventajas de ser un lobo estepario; los vendedores ambulantes niegan mi existencia. Me imagino que un lujo que solo idiotas como yo podemos tener. 

Estoy cansado. Me comienza a fastidiar toda la gente alrededor. Le pego un trago a mi café cuando descubro un viejo deambulando en el fondo de la calle. El anciano se detiene para consultar su reloj, se ve que va a tarde a una cita. Por mi parte me da gusto que exista alguien como yo. Ese viejo era yo en un futuro no muy lejano. Unos estudiantes pasan en sus bicicletas, escucho como sus voces se van perdiendo con cada pedaleo. La mesera aparece en la escena. Ella es como el vendedor de flores, le sonríe a medio mundo menos a mi. Me gustaba ser un come mierda pero a veces precisaba una sonrisa. Solo se limitaba a decirme muchas gracias. No sé porque me quejo si siempre ha sido igual. ¿Pensara que soy un pobre imbécil y no vale la pena gastar tiempo en hablarme? Después de todo tengo muy mala pinta. Entiendo el desprecio. Esta tipo de gente era la que trabajaba todo el día y no tenia energías para conocer extranjeros. Uno es solo un ave de paso, un marinero extraviado. Sean vacaciones o viajes uno anda relajado sin cotidianidad, el mundo termina adquiriendo un color rosa, y uno termina tirándosela de mister agradable y simpático. Yo agradable, no me la creo. El tan solo pensar me pavorisa.

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